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Sukeina Ndiaye

El abrigo de las tierras meridionales tinerfeñas sugiere algunos rasgos evocadores de la procedencia de nuestra protagonista, comprensiva y luchadora al mismo tiempo, abanderada de las causas de la igualdad para construir convivencia enriquecedora, en la que hombres y mujeres vayan a la par, conscientes de que muchas generaciones tendrán que sumar esfuerzos para conseguir el objetivo anhelado. Mujeres y hombres, hombres y mujeres, modelando territorios para interactuar conviviendo, en los que, las diversidades, se aprecien siempre como oportunidades y no como adversidades. Y para ello, por ello… será siempre bueno sellar el compromiso con un té. Y también, por qué no, tatuarlo con henna en la piel, para que no desaparezca de nuestra memoria. Más genuino todo, seguro, bajo la tela protectora de una bien sujeta jaima.

Si preguntas por ella te dicen que es combativa, pero desde la escucha y el entendimiento; lo hemos comprobado… Rompedora de estereotipos dentro de una vida con múltiples complejidades: madre luchadora, mujer solidaria, trabajadora infatigable, referente social y comunitaria. Constante e incansable, valiente. Auténtica y entrañable… para su familia. Una sólida y permanente incorporación a la red que tejemos desde hace tiempo, como engrudo para asir las innumerables y diversas piezas del mosaico insular, puesto que su jeito para la mezcla y para la combinación de las telas, las de la jaima, las de la melfa, nos permiten disponer de más manos experimentadas y de corazones palpitantes y siempre abiertos.

Y entonces, sabiendo que dentro de diez días escasos celebras tu cumpleaños, qué mejor adelanto Sukeina, Sukeina Ndiaye, que podamos compartir contigo este duodécimo reconocimiento de OBITen, concretado escultoricamente por Alfonso Delgado como “aguas zarcas”. Te lo entregamos con nuestro mayor afecto colectivo, dándote además las gracias por sumarte a la firme construcción de un mensaje positivo de la diversidad, en la que creemos y por la que trabajamos, puesto que contribuye a fortalecer sin duda nuestra preciada convivencia social.

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